Maestros que este viernes recibieron un reconocimiento de manos del gobernador Carlos Manuel Merino Campos, por haber llegado a los 30 años de servicio, aseguran que detrás de esa trayectoria hay preparación, sacrificios de la familia, vocación por enseñar, así sea viajando a la escuela de una comunidad recóndita o capacitándose para hacerlo a distancia, tal como lo exigió la situación del COVID, pero todo ello con amor a educar.
Candelaria Pérez Olán, directora del Jardín de Niños Isabel Díaz de Bartlett, de la ciudad de Villahermosa, sostiene que no es fácil que un maestro llegue a una antigüedad de 30 años y al mismo tiempo, al final de esa meta, testificar cómo la pandemia del COVID-19, obligó a todo el magisterio a tener que adecuar su pedagogía.
“Este reconocimiento, en primera significa mucho, porque es todo un arduo trabajo de 30 años de servicio y la verdad, que se siente una emoción, porque después de lo que hemos vivido de la pandemia, esto es así algo maravilloso poder lograr y testimoniar que 30 años de trabajo arduo para la educación y se siente muy bonito, la verdad”, comenta.
A su juicio, la pandemia no sólo significó actualizarse en nuevas tecnologías para la educación a distancia, sino también reivindicar el amor por la enseñanza de los niños que padecieron del confinamiento.
“(La pandemia) nos enseñó a una nueva forma de dar clases a distancia, con algunos instrumentos que nosotros no teníamos considerados, pero la verdad, creo que es lo que más me dejó, es el amor a la vida. El amor a poderle dar a esos pequeñitos todo lo mejor de uno mismo poder darle y testificar que siempre podemos lograr lo que queremos alcanzar, así sea con mucho trabajo”, reflexiona la profesora.
Para Moisés Gómez Márquez, quien también fue reconocido por sus 30 años de servicio, en el municipio de Cunduacán, donde trabaja en la escuela secundaria Gregorio Méndez Magaña del poblado Río Seco, su labor por muchos años fue caminar varios kilómetros para llegar al aula de clases, y ese andar de todos los días, le trajo consigo una artrosis que le dañó una de sus rodillas.
“Tanto caminar, porque antes no había vehículo; había que caminar dos o tres kilómetros a pie de la casa a la escuela o de dónde me dejaba el vehículo hasta la escuela”, recuerda.
Y pese a esa dolencia, don Moisés dice que su meta es llegar a los 40 años de antigüedad.
Otra historia de sacrificio, es el de Sonia López Ballina, maestra de preescolar, a quien le tocó una carretera magisterial en comunidades apartadas de Balancán.
“Inicié en un poblado del municipio de Balancán que se llama a Apatzingán, era el más retirado de la cabecera y posteriormente, los cambios se fueron dando; fui llegando a otro que se llama Arroyo, de ahí Villa de Cuatro poblados y después, a El Naranjito, donde tardé poquito tiempo y después, llegué al poblado Santa Ana, y después, ya bendecida por Dios y por los 30 años, llegué a la cabecera municipal”, refiere.
Por dar clases en comunidades alejadas de la cabecera municipal, Sonia dice que con la pandemia, también vivió un episodio en el que la realidad social es que la mayoría de los padres de familia de los niños del jardín no cuentan con buena señal de celular para recibir las clases en líneas y por lo tanto, se comprometió con ellos a varios cambios, entre ellos a estar al pendiente lo más posible, en lo que conseguían una ficha para recargar el teléfono.
Para Carlos Martín Mayo Montiel, maestro de primaria también del municipio de Balancán, la pandemia del COVID-19, le significó no sólo superar en educación a distancia, sino la reivindicación de valores.
“Nos ha enseñado la pandemia a que hay redoblar esfuerzos, hay que también valorar la vida, hay que valorar el trabajo y sobre todo, darnos la oportunidad de servir y servir con mayor cuidado, con mayor atención, respeto y con mucho apego a la vida”, expresa el maestro Mayo.
En tanto que a Rodrigo Mosqueda Ara, quien fue fundador de la Telesecundaria Cuauhtémoc, en el poblado Usumacinta, del municipio de Tenosique, dice que en su trayectoria de 30 años de carrera magisterial, tiene la satisfacción de haberle dado clases a sus hijos, y ellos, remarca, actualmente ya son profesionistas.
“Lo más bonito es, por ejemplo, yo le di clases a mis hijos y la satisfacción… Todos están preparados… Uno es ingeniero, está trabajando en Ciudad del Carmen, es petrolero, y mi hija, es maestra de Telesecundaria”, manifiesta con lágrimas de satisfacción.
Don Rodrigo, quien es licenciado en matemáticas para educación primaria, aconseja a quienes incursionen en la carrera magisterial de que nunca dejen de capacitar y actualizarse, porque, reconoce, fue aspiración en la que se frustró, porque en su momento viajar a la capital era una dificultad desde municipios, como Balancán.
“Que se preparen perfectamente porque no nos vaya pasar como en el caso mío, yo me encerré de plano en la comunidad y no salía yo para seguirme preparando, porque eso es lo que a veces nos falta, porque ante la salida para el centro de trabajo era muy difícil y tenemos que andar luchando… Mi idea era tener una maestría en la de la materia que estoy llevando, pero nunca pude porque hay que está viajando y viajando y no daba la economía para eso entonces”, exhorta.