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Eventos extremos

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Aunque no hay definición precisa, nos vamos a referir aquí a todos los “eventos extremos” como aquellos fenómenos climáticos, de gran intensidad y poca frecuencia, que tienen efectos ambientales y sociales adversos, ya sea regional o localmente. Ejemplos de ellos son los huracanes, tornados, sequías, heladas o granizadas, a través de los cuáles sentimos más cercanos los efectos del cambio climático.

Empecemos con las tormentas intensas que provocan inundaciones, así cómo pérdidas materiales y de vidas humanas. Un ejemplo reciente ocurrió en julio de 2005, en Bombay, India, donde cayeron 94 centímetros de lluvia en tan sólo 24 horas. Para que te des una idea y puedas dimensionar este volumen, te diremos que esto equivale a 940 litros de agua por cada metro cuadrado de su territorio en un día: ¡prácticamente un tinaco lleno! Una cantidad como esa podría ser muy útil para abastecer el consumo de las personas, pero al no tener la infraestructura para su captación, causa enormes daños.

En México ya hemos vivido situaciones similares: en los estados de Tabasco y Chiapas ocurrieron graves inundaciones en 2007 a causa de las fuertes lluvias, las más graves registradas en los últimos 50 años, y que dejaron tan sólo en Tabasco, un total de 500 mil damnificados y 100% de pérdidas en los cultivos. Así como se han observado lluvias muy intensas, en otras regiones del mundo ha llovido menos de lo habitual. Paradójicamente, en uno de los sitios que la mayoría de la gente asocia con humedad permanente, la selva del Amazonas en Sudamérica, que en el año 2005 vivió una sequía que dejó sin agua los lechos de varios de sus afluentes, una situación poco común.

Por otro lado, en los últimos años hemos visto o conocido de huracanes que han ocasionas no sólo pérdidas humanas y materiales considerables, sino también daños importantes a los ecosistemas naturales; podemos citar por ejemplo, Emily en Yucatán, Katrina en el sureste de Estados Unidos y Stan y Wilma en el sureste de México. Se estima que en Hidalgo, Puebla, Oaxaca y Veracruz el huracán Stan generó en 2005, pérdidas por mil 934 millones de dólares, mientras que el huracán Wilma, en el mismo año, produjo  daños por mil 724 millones de dólares y daño  el 98% de la infraestructura en la costa sur de la Península de Yucatán. El huracán Katrina, que golpeó Nueva Orleans en 2005, causó pérdidas de al menos 60 mil millones de dólares.

Un estudio publicado en la revista Science en 2005, documentó que en los últimos años se han registrado cada vez un mayor número de huracanes intensos, es decir, de las categorías 4 y 5 de la escala Saffir-Simpson, los   cuales se caracterizan por vientos superiores a 210 kilómetros por hora que puedan destruir tejados, inundar las plantas bajas de los edificios cercanos a la costa e, incluso, requerir la evacuación de la población. Por otro lado, un grupo de científicos londinenses sugirieron en 2008, que el aumento de 0.5 grados en el Océano Atlántico podría generar un incremento de 40% en su frecuencia, así como huracanes más intensos.

La ocurrencia de huracanes se suma al resto de desastres naturales, que aparecen repetidamente en las noticias. De acuerdo con la organización Meteorológica Mundial, el número de víctimas en el mundo por desastres naturales aumentó de 147 millones a 211 millones entre 1991 y el año 2000. Muchos de los desastres han estado relacionados con el agua: de total, alrededor del 90% estuvo relacionado con este factor, y de éstos 50% involucró inundaciones, 28% epidemias y 11% sequías, estimándose la magnitud de los daños en cerca de 200 mil millones de dólares. Los desastres se ubicaron principalmente en Asia y áfrica ((35 y 29%, respectivamente) aunque en América y en Europa también ocurrió un importante número. Las inundaciones afectaron la vida alrededor de 68 millones de personas en la vida de alrededor de 68 millones de personas en Asia Oriental y de 40 millones de Asia Meridional. En áfrica Subsahariana, 10 millones de personas se vieron afectadas por sequías y dos millones por inundaciones.

 

Aunque los desastres climáticos están afectando cada vez  a más personas en el mundo, la gran mayoría de las victimas vive en países en desarrollo. Entre al año 200 y 2004, una de cada 19 personas que vivía en países en desarrollo fue afectada anualmente por alguno de estos eventos. En contraste, en los países desarrollados la cifra es muy diferente: las afectaciones sólo dañaron a uno de cada mil 500 habitantes.